martes, 15 de febrero de 2011

La Ronda de Doha: oportunidades para el desarrollo

Han sido más que imposible a la fecha,  la implementación de los mandatos incluidos en la Declaración de la Cuarta Conferencia Ministerial celebrada en Doha, Qatar el 14 de noviembre del 2001. Después de casi 10 años (uno de los procesos de negociación más largo en la Historia de la OMC), un proceso tan importante en el campo económico, comercial, social y ambiental ha enfrentado durante todo este tiempo una fuerte oposición, principalmente cuando de liberalizar el comercio agrícola y de servicios se trata.
Los países que defiende el libre comercio, en una gran mayoría asume que parte de sus problemas económicos y sociales han estado relacionados (también –como lo señala la literatura- a la adopción de Programas de Ajuste Estructural durante la década de los 70´s y 80´s en América Latina, África y en menor medida en Asia, lo que hizo variar de forma estrepitosa las condiciones económicas y sociales de aquellos países que siguieron ajustadamente los programas de readecuación propuestos por el Banco Mundial, AID y el FMI, sin embargo, esta referencia podría ser la discusión de otro blog, por lo tanto no me extenderé) a la falta de apertura en el comercio mundial durante mucho años (principalmente de los productos  agrícolas),  y esto ha imposibilitado el acceso a importante mercados para la venta de sus productos.
Por otro lado, el grupo de Países Desarrollados defiende, en una gran mayoría, la no liberalización de sectores importantes de su economía, principalmente por que asumen una fuerte competencia que estos enfrentarían (poco viable en términos reales). Un ejemplo vastamente discutido, ha sido el caso del sector azucarero. Muy sensible tanto en Europa como América Latina y América del Norte, especialmente en Estados Unidos. Otro caso, es el Algodón, el cual ha sido durante mucho tiempo clave en las agendas de discusión de muchos países africanos, así como Brasil y Estados Unidos. Los ejemplos podrían ser muchos sin embargo, no entraré analizarlos. En la discusión alrededor de este blog podremos hacerlo.
De tal forma, cuando se revisan de manera general los objetivos que dan pie a este proceso (conocido como “Ronda de Doha”), podríamos  fácilmente pensar que la herramienta permitiría (primordialmente aquellos países en desarrollo) importantes alcances en materia económica y social en el largo plazo a través del comercio internacional.  Relacionado a este punto, quiero destacar algunos de los muchos puntos con los cuales fue lanzada esta Conferencia en el 2001, por ejemplo:
·         El sistema multilateral de comercio plasmado en la Organización Mundial del Comercio ha contribuido de manera significativa al crecimiento económico, el desarrollo y el empleo a lo largo de los últimos 50 años.
·         El comercio internacional puede desempeñar una función de importancia en la promoción del desarrollo económico y el alivio de la pobreza y sobre todo en el maro de la Ronda de Doha.
·         Existe muchísima vulnerabilidad de los países menos adelantados (PMA) y las dificultades estructurales especiales con que tropiezan en la economía mundial y los mandatos dentro de esta Declaración son fundamentales en el mejoramiento de estos.
·         La OMC como único foro para la elaboración de normas comerciales y la liberalización del comercio a escala mundial, reconociendo asimismo que los acuerdos comerciales regionales pueden desempeñar un papel importante en la promoción de la liberalización y expansión del comercio y en el fomento del desarrollo.
·         Compromiso con el objetivo del desarrollo sostenible, enunciado en el preámbulo del Acuerdo de Marrakech.
Dentro de esta declaración y considerando lo antes planteado, uno de los principales temas ha sido el agrícola. El Programa de Doha establece un sistema de comercio agrícola equitativo y orientado al mercado mediante un programa de reforma fundamental que abarque normas reforzadas y compromisos específicos sobre la ayuda y la protección para corregir y prevenir las restricciones y distorsiones en los mercados agropecuarios mundiales. Así mismo, sobre la marcha, lograr mejoras sustanciales del acceso a los mercados; reducciones de todas las formas de subvenciones a la exportación, con miras a su remoción progresiva; y reducciones sustanciales de la ayuda interna causante de distorsión del comercio. Además, este programa estipula (en relación al sector agropecuario):
“un trato especial y diferenciado para los países en desarrollo y esto será parte integrante de todos los elementos de las negociaciones y se incorporará a las Listas de concesiones y compromisos y, según proceda, a las normas y disciplinas que han de negociarse, de modo que sea operacionalmente efectivo y permita a los países en desarrollo tener efectivamente en cuenta sus necesidades en materia de desarrollo, con inclusión de la seguridad alimentaria y el desarrollo rural”.
Sin entrar en detalles, los cuales podríamos destacar después en espacios para discusión, es impensable que el buen término de las negociaciones del Programa de Doha (ya de por sí, un proceso lo suficientemente retrasado según la fecha propuesta para la entrada en vigencia) traiga consigo más y mejores resultados en el comercio internacional y sobre todo, nuevas oportunidades para los países en desarrollo.
En el tema agrícola (así como en el de servicios) hay muchísimo en juego,  desde la forma en la que se deben lograr los acuerdos, que sean equitativos y sostenibles para todas las partes,  hasta la consecución de un tema fundamental en nuestros días, la seguridad alimentaria, especialmente  para un grupo de países en desarrollo y primordialmente, aquellos países del Grupo PMA. 
Pascal Lamy ha puesto todas las baterías para lograr avanzar en las negociaciones y llevar a buen puerto este proceso. Sin embargo, existen muchas dudas en el proceso, especialmente de quienes defienden la no apertura de los sectores bajo discusión. Extrañamente,  son aquellos países desarrollados los que menos ceden, aquellos países que más podrían ayudar al comercio mundial, aquellos países que han exigido a China la fluctuación libre de su moneda con respecto al dólar, aquellos países donde se generan fuertes crisis financieras mundiales que afectan a los países con menor grado de desarrollo. Es de mi opinión, son esos países los que podrían colaborar mucho más en este proceso, sin embargo, aún no lo hacen.
Para aquellos países desarrollados (más que los “en desarrollo), tienen en sus manos una herramienta que generaría muchas oportunidades a nivel mundial en el ámbito económico, comercial, social y ambiental.  A febrero del 2010, se pensó que era el año para concluir este proceso, sin embargo, a la fecha (febrero 2011), las negociaciones siguen estancadas. Este año podría ser clave para avanzar en la negociación y cerrar este proceso con resultados muy positivos en momentos de tanta turbulencia, principalmente política, económica y social.

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